Los que me conocen, lo saben. Acá, creo que ya lo dije más de una vez. Me encanta recibir y enviar correo. Del tradicional. Ese sobre o paquete que te entrega, en mano, el cartero que llegó a tu casa en moto -o mejor aún, en bici-. Encontrarme con el sobre en la mano, leer mi nombre escrito de puño y letra del remitente. Abrirlo con cuidado de no rasgar nada de lo que contiene, y descubrir la sorpresa en su interior...
Una vez más, el cartero se ligó una sonrisa, al darme un sobre que me mandó Vero. Una delicadísima tarjeta navideña hecha a mano. En realidad, en rigor de verdad, si no fuera por la fecha y por la dedicatoria (cómo me gusta reconocer a las personas en el trazo de su escritura... en la expresión de ese trazo...), la tarjeta bien podría no haber sido navideña. Justamente porque no tiene la estética a la que estamos acostumbrados para estas épocas. Y es éso, lo que más me gusta de esta tarjeta.
Vero: tu tarjeta es bellísima, y tu gesto al enviármela, lo es más aún.
Ya lo he dicho en más de una ocasión: estas pequeñas cosas, me hacen feliz.
A los que no la conocen, los invito a pasar por El Pozo Voluptuoso, el rinconcito turquesa, de Veroka.
6 comentarios:
Recontra PRI!
Me encanta esa tarjeta, creo que Vero se recontra inspiró para hacerla.
Beso!
...
Gracias, Marce! Creo que es tan lindo recibir como enviar, porque cuando la hacés, te imaginás al otro recibiéndola con alegría :)
y eso me encanta! ♥
Gracias, Gaby. Yo pienso lo mismo.
Rafa:... ¿?
Vero.. ¡Gracias, again! Besote.
Oye ¿ya no me comentas?
Yo que pensaba que había encontrado una sustituta a mi madre.
Pues tengo algo que te va a gustar.
Aaaah, otra que se pirra por el correo, ¡creo que ya somos legión! Es muy linda la flor, sí señor.
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