martes, 22 de septiembre de 2015

Tibieza en el corazón

Entrar… y ver-mirar, escuchar-oír, oler… recordar y sentir vívidamente.

Pasaron cuarenta años desde la última vez. Está distinto pero igual. MI Jardín de Infantes, el del barrio que me vio crecer.

Las emociones eran muchas y se entremezclaban dentro de mí: fui “Marcela Calderón” adulta, la ilustradora que iba a dar una charla sobre este hermoso oficio, a alrededor de cien chicos de salas de tres, cuatro y cinco años que durante todo el año trabajaron con mis libros: jugaron con los ovillos e hilos de las historias de Mi Bisabuela Hilaria y pasearon por la poesía de Poemas con Trompa y Pico, escrito por María Laura Dedé e ilustrado por mí. Chicos que conducidos por un grupo docente maravilloso con muchas ganas de hacer, escribieron un poema precioso –cada sala una estrofa- que fue el disparador de la ilustración-regalo que les dejé a ellos por su trabajo con juego de sonrisas, y al Jardín, por lo que significó en mi vida. Pero también fui “Marcelita”, la que entraba cada mañana con el guardapolvo blanco impecable y su prolijo rodete de poquito pelo rubio… “Marcelita”, que dejaba el guardapolvo blanco en el perchero de la sala, se ponía el pintorcito a cuadritos rosados y blancos y colgaba las dos bolsitas bordadas por mamá –en punto cadena-con las palabras “Higiene” y “Merienda”.

Traspasé la puerta del salón de música, con sus flores de contact pegadas en las paredes (¿serían las mismas de hace cuarenta años? ), y mientras Estela y Patricia me preguntaban qué necesitaba y yo respondía: -“Nada, así está bien”, mis ojos registraron el piano vertical, oscuro… ¡el piano! y en mi cabeza empezó a sonar “vamos al zoológico, lógico, lógico, a ver animales, cuáles, cuáles, cuáles” y pude verme “Marcelita”, panza abajo en ese piso, siendo foca “muy loca, en el agua fría que no toma la sopa y por eso se resfría”, en aquel acto de vaya a saber qué efeméride festejada…

Llegaron los chicos y Marcela Calderón adulta y “Marcelita”, dieron paso a “Marcelacalderón”. Así me nombraban: “Marcelacalderón”, todo junto. Charlamos, miramos los originales, recordamos los poemas, las historias de la Bisabuela. “Marcelacalderón” respondió preguntas, se rió con las ocurrencias, habló de cómo dibuja y crea cada página de los libros... y “Marcelita” se coló cuando “Marcelacalderón” les contó que ella había sido niña y había asistido a ese Jardín. Las caras de asombro de los chicos fueron mi propia carita asombrada de cuatro o cinco años, en ese mismo salón.

No hay foto que pueda plasmar los recuerdos que Marcela Calderón adulta tiene de esa edad de la infancia. Tal vez no sean muchos, pero son muy vívidos. “Marcelita”, con el rodetito de pelito finito rubio ya desarmado por el juego en el arenero o por tirarse cien veces por el tobogán… con el pintorcito a cuadritos rosados y blancos manchado por dibujar con témperas en la mesa redonda de fórmica naranja, o tomar el mate cocido con galletitas Manón en la mesita rectangular blanca, era tan pequeña como esos niños que miraban a “Marcelacalderón” desde abajo y le tironeaban la ropa para que se agachara y estuviera a su altura para darle un regalito dulce con tarjetita dibujada por ellos mismos, una flor amarilla apretada en una manito transpirada y un “tequieromuchoMarcelacalderón”, susurrado tímida y rápidamente en la oreja.

Marcela Calderón se fue del Jardín de Infantes 901 del barrio SOMISA con el corazón lleno de alegría y agradecimiento para con las docentes que trabajaron tanto (mención especialísima para Patricia Rabadá) y una sonrisa feliz bailando en los labios, por el cariño espontáneo y genuino de tantos chicos.

“Marcelita” sigue caminando por el interior del Jardín, sale de su sala con el orgullo de ser la mensajera de la seño, cruza el patio, golpea la puerta de Preceptoría, espera -cambiando el peso de su pequeño cuerpo impacientemente de un pie a otro-, hasta que la puerta enorme y marrón se abre, y la sonrisa eterna de Norma le pregunta: -“¿Qué necesitás, Marcelita?”
-“Me manda la señorita Bety a buscar tizas porque se terminaron”.

(To my foreigners friends: It's really impossible for me to translate all what I wrote at this post. I hope it reaches you to know I visited many days ago -as an illustrator- my old Kindergarten: the one where I went forty years ago. That brought me many lovely memories. I'm very, very happy with this experience  )







La poesía que escribieron los chicos


La ilustración que les regalé


 "Marcelacalderón"



"Marcelita"

viernes, 11 de septiembre de 2015

The wind in the willows



Un gran desafío. Un hermoso proyecto. Largos meses de trabajo duro y más meses de paciente espera para verlo hecho realidad: el libro El viento en los sauces, dentro de la cuidadísima colección de Mini Clásicos, de Miles Kelly Publishers, Inglaterra.
Estoy feliz.

A great challenge. A beautiful project. Long months of hard working and more months of patience waiting to look at it: the book The wind in the willows, being part of the stunning Mini Classic collection, of Miles Kelly Publishers, UK.
I'm happy.







jueves, 3 de septiembre de 2015

Anuario 2014 - 2015 ADA (Asociación de Dibujantes de Argentina)

En ADA-Asociación de Dibujantes de la Argentina las cosas se van cocinando sin prisa pero sin pausa ...bué: a veces, con prisa, pero eso no baja la calidad de los hechos.

¡Tenemos Anuario! Y miren qué bello quedó. Detrás del diseño y logística de este Anuario, hay un equipo que trabajó sacando horas -y cabeza creativa- de sus propias horas laborales y personales, pero con la mejor energía positiva. ¡Gracias a todos ellos y a la imprenta por su impecable trabajo!

Después de una buena cocina, se viene el brindis  ¡Chin chin!
El anuario se presentará en el stand de ADA, dentro del marco de MICA (Mercado de Industrias Culturales de Argentina), del 3 al 6 de septiembre de 2015, en el Centro Cultural Néstor Kirchner. 








Y el que quiera, puede comprarlo ahí mismo :)